Los Monstruos de Jack


LOS MONSTRUOS DE JACK

Jack tenía que escribir. Tenía que ser ya. Hacía unas cuarenta y siete horas que su cabeza no reposaba en una almohada, pero ese no era un factor importante. Su editor le presionaba, los plazos le ahogaban. Y la sombra sin rostro volvía a acecharle desde el rincón. Tenía que escribir. YA.
Dejó la estilográfica unos segundos y alzó apenas la cabeza. El sol del mediodía se colaba por la ventana, iluminando gran parte del suelo de la habitación. Allí estaba. En el único punto sin luz. Erguida como un poste. Con sus ropas de material ectoplásmico plegadas entorno al cuerpo, como aquellas estatuas griegas de togas impecablemente plisadas. La habría confundido con una, si cada vez que sus dedos se despegaban de la pluma, su demonio particular no se deslizara en su dirección. Su paso era lento, muy lento. Pero, aún así, acabaría llegando.

JACK ROOFING TILE


«Las palabras de mi canto
se dispersan como estrellas
en esta limpia noche de invierno.
Son pequeñas chispas que conservan intacto
el poder del fuego…
Palabras de Magia que hablan
a tu tembloroso corazón.
Mientras el día duerme y sueña
en la tranquila oscuridad».


Mensaje: «Mi labor es la de recordarle a los hombres el valor de la humildad cuando, quizás inconscientemente, su orgullo asume los oscuros tintes de la presunción y bloquea el acceso hacia las puertas del Cielo.
«Con frecuencia, los hombres se dejan envolver en un manto real y se sientan sobre tronos de vanidad, obstinados en su falsa seguridad y su falso desapego… Pero, tras ese manto, se esconden sus cadenas.

Lyco

Todos creen que me gusta vivir en su tripa. Y no se equivocan.
No era feliz en el manantial, buceando hasta las profundidades musgosas, jugando entre las palmas de los cisnes, escondiéndome de los peces entre las escurridizas algas. Fue precisamente por culpa de una trucha que acabé perdido en la tubería.
Aquello parecía una broma pesada. Curva por allí, codo por allá, tirabuzón por acullá. Otro quizá habría disfrutado del tobogán, pero yo tengo forma helicoidal. Soy como una espiral a la que han estirado por los extremos. Me retuerzo sobre mí mismo como un gusano con retortijones. Así que entre mis vueltas y las de la cañería, caí tan mareado al vaso que apenas disfruté de un instante de luz antes de que ella me tragara.
Podría decir en su favor que no sabía que yo iba en el agua. Pero no lo haré. Desde que sabe que vivo con ella, ha hecho todo lo posible por acabar conmigo. Así que no pienso tener piedad alguna.